Los tumores de órbita son crecimientos de tejidos anormales. Pueden ser de carácter benigno, como sucede en la mayoría de los casos, o maligno. La órbita consiste en una cavidad formada por huesos que contienen el ojo, los músculos que lo mueven, el nervio óptico y la grasa que rellena el espacio existente entre todas esas estructuras. El tumor puede surgir en cualquiera de ellas.
Los síntomas que pueden ocurrir son disminución de visión, saliencia del ojo visión doble, caída del párpado o dolor.
Tumor de órbita: Causas en los niños
En los niños, la mayoría de los tumores son el resultado de un problema de desarrollo. Los tumores
benignos más comunes en ellos son el “quiste dermoide” y el “hemangioma capilar”, que afecta a los vasos
sanguíneos. Los niños también sufren comúnmente de “celulitis orbitaria”, una afección que comienza con
una sinusitis severa y que puede invadir luego la órbita, haciendo que el globo ocular salga hacia
adelante. Esto no es un tumor, pero puede producir una saliencia del ojo. Los tumores malignos en los
niños son muy poco frecuentes, pero una masa de rápido crecimiento es una fuente de preocupación que debe
ser estudiada rápidamente.
Tumor de órbita: causas en los adultos
En los adultos, los tumores benignos más habituales se originan en los vasos sanguíneos: son el
“hemangioma”, el “linfangioma” y la “malformación arteriovenosa”. Los tumores de los nervios o
“schwannoma”, de la grasa o “lipoma” y de los senos paranasales o “mucoceles” son menos frecuentes.
A menudo, el dolor ocular o la prominencia de los ojos pueden ser adjudicados erróneamente a un tumor
ocular. Sin embargo, con la evaluación adecuada muchas veces se diagnostica como una inflamación no
infecciosa llamada “pseudotumor orbitario”, debido a que se lo suele confundir con un tumor.
En algunas ocasiones, esa inflamación puede ser el resultado de una afección general como la Enfermedad de
Graves, que afecta a la tiroides. Los tumores malignos más comunes en las órbitas son los linfomas.
Al principio, se localizan sólo en las órbitas, sin poner en riesgo el resto del cuerpo y cuenta con
elevadas posibilidades de curación. Las metástasis más frecuentes son de tumores de mama y próstata. La
invasión directa de la piel que rodea a la órbita y los senos paranasales puede ocurrir con el “carcinoma
basocelular” y el “espinocelular”. Otros tumores malignos, como el “hemangiopericitoma”, el
“condrosarcoma” y el “neurofribroma maligno” se dan en contadas ocasiones.
El tratamiento varía en función de cada caso. Así, pueden prescribirse medicamentos, radiación o cirugía. La cirugía de los tumores de la órbita, cuando es realizada por oftalmólogos especialistas en cirugía orbitaria, es muy segura. Hemos publicado un trabajo científico en la revista Ophthalmology, de Estados Unidos, donde se evaluó el resultado visual luego de la extracción de tumores más grandes que el ojo. En este trabajo demostramos que aún en tumores de este gran tamaño, es posible extraerlos con riesgos escasos.
Los estudios por imágenes (tomografías computadas y resonancias magnéticas) permiten ubicar con
exactitud el tumor y ver sus características. Junto con la edad y forma de presentación, permiten
presumir el tipo de tumor más probable.
Sin embargo, la única forma de saber con certeza el tumor exacto y si es benigno o maligno es el
análisis de este por el médico patólogo, luego de extraerlo en forma completa o parcial con una cirugía.